jueves, 9 de junio de 2011

9 de Junio de 1956

Con Aramburu en el Gobierno, luego del derrocamiento de Perón, el General Valle entra en la historia grande como el primer intento de recuperación de una democracia popular castigada por los golpes de Estado, a él se le suman nombres como los de Tanco y Marechal, por citar algunos.
Detenido en septiembre de 1955 por su cercanía al peronismo sufrió la misma persecución que cualquier símbolo de la lucha, aquella lucha que no solamente se llevó puesto todo lo que oliera a peronismo, libros, frazadas, retratos sino que se cobró vidas humanas también.
Tenían un sueño: restablecer la democracia y devolver al pueblo lo que le habian arrancado, desoyendo el resultado de las urnas y bombardeando inocentes en la Plaza de Mayo un año atrás.
Sin entrar en detalles de porque falló la operación, (la logística militar es algo muy lejano a mi humilde conocimiento), sólo queda por rescatar el recuerdo de esos valientes y recordar la poesía de José Gobello, escrita en obvia alusion al ruego de indulto antes de los fusilamientos de José León Suárez.

El Presidente Duerme...

La noche yace muda como un ajusticiado,

Más allá del silencio nuevos silencios crecen,

Cien pupilas recelan las sombras de la sombra,

Velan las bayonetas y el presidente duerme.

Muchachos ateridos desbrozan la maleza

Para que sea más duro el lecho de la muerte...

En sábanas de hilo, con piyama de seda

El presidente duerme.

La luna se ha escondido de frío o de vergüenza,

Ya sobre los gatillos los dedos se estremecen,

Una esperanza absurda se aferra a los teléfonos,

Y el presidente duerme.

El llanto se desató frente a las altas botas.

Calle mujer, no sea que el llanto lo despierte.

Sólo vengo a pedirle la vida de mi esposo.

¡El presidente duerme!

Reflectores desgarran el seno de la noche,

El terraplén se apresto a sostener la muerte,

El pueblo se desvelo de angustia y de impotencia

Y el presidente duerme.

De cara hacia la noche sin límites del campo,

Las manos a la espalda, se yerguen los valientes,

Los laureles se asombran en las selvas lejanas

Y el presidente duerme.

Tras de las bocas mudas laten hondos clamores...

con su deber y que ninguno tiemble

De frío ni de miedo!

En una alcoba tibio

El presidente duerme.

Viva la patria! Y luego los dedos temblorosos,

Un sargento que llora, soldados que obedecen,

Veinticuatro balazos horadando el silencio...

Y el presidente duerme.

Acres rosas de sangre florecen en los pechos,

El rocío mitigo las heridas aleves,

Seis hombres caen de bruces sobre la tierra helada

Y el presidente duerme.

¡Silencio! ¡Que ninguno levante una protesta!

¡Que cese todo llanto! ¡Que nadie se lamente!

Un silencio compacto se adueño de la noche.

Y el presidente duerme.

¡ Oh, callan, callan todos! Callan los camaradas...

Callan los estadistas, los prelados, los jueces...

El Pueblo ensangrentado se trago las palabras

Y el presidente duerme.

El Pueblo yace mudo como un ajusticiado,

Pero, bajo el silencio, nuevos rencores crecen.

Hay ojos desvelados que acechan en la sombra

Y el presidente duerme.